Rioja Alta, puro disfrute
Cuando alguien me pregunta que experiencia enoturística me ha marcado mas no dudo ni un instante en señalar mi primer viaje a la rioja alta, aquella vez fue a la bellísima villa de Laguardia pero lo que de verdad me caló fue un precioso paisaje otoñal de viñas vestidas de intensísimos colores, un espectáculo natural para el deleite. Allí sientes la magia entre sierras del respeto impregnado en el ambiente por la tradición.
En esta ocasión viajamos gracias a la propuesta de la bodega Torre de Oña del grupo rioja alta que nos invitó a visitar la bodega tras disfrutar de sus vinos durante el encuentro Verema celebrado en Valencia, esta vez coincidió el viaje con los primeros brotes de la viña en una primavera climatológicamente complicada y volvimos a disfrutar de las buenas gentes que habitan esas tierras, de la medieval villa de Laguardia y de unos vinos que invitan al disfrute máximo rodeado de grandes amigos.
Si bien es justo nombrar que nos alojamos en una acogedora casa rural ubicada en Labastida, Lur Mendi cuyo edificio data del siglo XVIII.
Torre de Oña, ubicada en Páganos fue nuestra primera parada, Inma Bezunartea se encargó de que todo saliera a pedir de boca, se trata de una bodega tipo “chateau” francés, con una casa palacio (con 5 suites) y la bodega rodeados de 75 Has. de tempranillo y mazuelo. Uno de los aspectos que más llamó la atención es como en las fotografías aéreas que se realizaron tras la reparcelación de la finca dejan ver, bien a las claras, zonas de tonalidades más claras en forma de riachuelos dados por esas corrientes subterráneas procedentes de sierra Cantabria que tan beneficiosas resultan al viñedo.
Pudimos catar 3 vinos de la bodega, Barón de Oña 2005, última añada siguiendo la manera tradicional de elaboración y los Torre de Oña 2007 y 2008 que suponen un giro basado en este plan de parcelación que hemos comentado. Barón de Oña mostró expresividad en un corte más clásico (fabuloso) mientras que ambos Torre de Oña respetan más esa fruta que hace tan especial la zona vitivinícola en la que esta encuadrada, con un corte más moderno y remozado. Tras ello disfrutamos de una estupenda comida maridada con los vinos de la bodega que resultó el colofón a una jornada inolvidable.
Tras la comida un paseo por Laguardia ayudó a una buena digestión y recargar las pilas por parte del grupo antes de visitar la bodega Artadi de la mano de Juan Carlos de la Calle, alma mater de esos vinos de gran personalidad reconocidos por toda la comunidad profesional y por los más exigentes catadores, Viña el Pisón, La Poza de Ballesteros, Valdeginés y El Carretil, bien como vinos de parcela o estos últimos en forma de Pagos Viejos, ensamblaje de estos.
El trato no pudo ser más cercano y disfrutamos de un Juan Carlos donde más le gusta estar, a pie de viña compartiendo ese amor por la tradición que su abuelo inculcó a su padre y que él ahora transmite a sus hijos. Probamos algunos de estos vinos que os he contado junto a su esposa en lo que fue una velada inolvidable, no quiero entrar mucho en profundidad a describir cada vino pues desde el joven hasta el más alto de gama llevan por bandera una nobleza frutal apabullante, simplemente la exquisita magia de la sencillez.
Al día siguiente un concepto distinto de bodega nos esperaba, una bodega a la que mensualmente llegan miles de visitantes y que con su museo de la cultura del vino intenta devolverle al lugar parte de las grandes alegrías que esta les ha proporcionado durante generaciones, como a estas alturas ya todos habréis adivinado me refiero a Dinastía Vivanco, en Briones.
Un largo paseo por sus 7 departamentos hacen de la visita al museo una actividad imprescindible para cualquier enochalado y muy entretenida para todos aquellos a los que todavía no les ha picado el gusanillo, a saber:
0- Rioja: El vino de una Tierra. (Proyección audiovisual inicial)
1- Nacer, crecer, madurar…
2- Guardar las esencias.
3- La bodega. El sueño.
4- El vino: Arte y símbolo
5- Abrir, servir y beber.
6- El Jardín de Baco (Con más de 200 variedades distintas)
Tras esto visitar su bodega y disfrutar de sus vinos es como un camino de rosas, salvo para los pies ya que el museo requiere de una buena cantidad de tiempo dedicado que no pasa sin dejar cierta huella. Su colección de varietales resulta lo más atractivo, ese dulce (de invierno), esa graciano y la mazuelo son muy atractivas para la cata y con ellas podemos experimentar maridajes que proporcionaran buenas alegrías.
En definitiva 3 palos bien distintos y a la vez todas con un atractivo innegable, una tierra acogedora donde el vino es respetado, donde cada viña es patrimonio…donde todo amante del vino sale reconfortado.
Gracias Torre de Oña
Gracias Artadi
Gracias Dinastía Vivanco
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