The wine must go on
Tras un tiempo sin escribir retomo la actividad para encarar el último tramo de un año difícil en lo personal intentando salir de esta situación de angustia que muchos españoles vivimos en lo que a laboralmente se refiere con las consecuencias económicas que conlleva, en el sector de las telecomunicaciones, en el del vino, donde ambos convergen o en cualquier otro con tal de tomar un poquito de oxígeno.
Sin duda en lo concerniente a mi experiencia con el vino ha sido un año especial cimentado en tres pilares que han reavivado todavía más mi pasión por este mundo, cronológicamente son la visita a El pisón con Juan Carlos López de la Calle, después trabajar para Wines of Argentina junto a Nora Favelukes en el respaldo y servicio de vinos argentinos para la cata de vinos de Luis Gutiérrez, actualmente el hombre más buscado del panorama vinícola por bodegas españolas, chilenas y argentinas, para The Wine Advocate del influyente Robert Parker y por último pero no menos importante la invitación que recibí del equipo de enólogos de bodegas Iniesta para participar con ellos en la cata que direcciona los vinos blancos de la bodega que pronto encontraremos en las tiendas.
Estos pilares se cimentan sobre el centro de mi universo, Cristina con su tierna paciencia, con su sonrisa dispuesta y positividad. También imposible sin la familia, la de sangre y la del vino a la que desde hace mucho forma parte el equipo de Coloquios del Vino y por los que últimamente me he sentido especialmente arropado, gracias a todos, Ángel Ramírez, Luis Jiménez y Joaquín T. Velasco, vuestra pasión es la que me ha inculcado esta semilla.
En estos días el frio congeló los post del blog pero no el ritmo de descorche, catas como una vertical de Finca Sandoval desde 2005 hasta 2008, una temática de mencías así como una en la que participaremos próximamente de albariños merecen detenimiento que encontrarán próximamente y hasta entonces y para no dejaros con mal sabor de boca os voy a comentar mis impresiones sobre algunos de los vinos a destacar de nuestras últimas experiencias.
Empezando por mi primer vino de 2013, un Sauvignon blanc de Marlborough, Orca Bay 2013, que si bien no es el icónico vino de esta zona aporta satisfacción basada en sencillez, de una de las subzonas más cálidas como demuestra su fruta tropical que se equilibra con aromas a lima y deja la parte verde típica de la variedad de fondo, a modo de telón. Es fresco, algo cremoso, amable y de trago fácil…a veces nos complicamos demasiado.
Seguimos con un isleño de Ycoden-Daute-Isora, de la zona oeste de la isla de Tenerife, Viñatigo Tintilla 2008 destaca por ese carácter terroso, denso, complejo y balsámico. La ceniza que nos trasporta a su terruño y una boca que empieza a abocarse pero que nos recuerda la singularidad de los vinos canarios. Puede masticarse, debe disfrutarse.
Petit Hipperia 2010 creo que es el vino que puedes llevar bajo el brazo a cualquier evento con siempre el mejor resultado, unanimidad, gusta a todos, se bebe tan fácil y a la vez tiene fuerza pero esa fuerza no le hace olvidarse de enseñar matices de finura y elegancia…es un vino de muchos pequeños pasos, etapas que supera paulatinamente con destreza. Un leve punto de pimiento verde, proteico, balsámico que hace su trago más fresco, sabroso y a la par serio. Otros brillan más pero este cumple siempre.
Tempranillo del valle del botijas, en la sierra de la demanda y para más datos proveniente de cepas de 1940 de una única parcela, “la ladera”, hablamos de Castrillo de Duero 2011 con el sello de Alfredo Maestro, la uva manda, la madera complementa, se aleja el vino de artificios y se acerca el vino a la franqueza y tradición. Fruta roja, golosinas, flores y un marcado perfil terroso, profundo, de suelos pobres. Excelente en su ataque, un vino intenso y carnoso.
Y para rematar el otro extremo, tempranillo de fuerza con barricas de tostados contundentes, Áster Finca el Otero 2006, que tras fermentar en barrica pasa 15 meses en barricas nuevas de roble francés, largo tiempo estuvo ya en botella y más largo podría haber sido porque no solo lo soporta sino que le beneficia, al darle el aire necesario es un vino que crece, concentrado y con una potencia capaz de armonizar con los platos más potentes. Tiene muchísima fruta negra, tanto en nariz como en boca y por su presencia y contundencia se entienden y asimilan al conjunto intensas notas torrefactas, trufa, ceniza, vainilla, leves cueros y ahumados de corte salino. Para los que buscan impacto.
02 de diciembre de 2013
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