CATA 0, LOS CIMIENTOS SE HAN ECHADO

Pues sí, “Cata 0” para inaugurar la actividad de este pequeño pero apasionado grupo de cata. La primera comida que se realiza dentro del programa que hemos diseñado, y por supuesto, no la última.

En este acto de iniciación qué mejor que acercarnos al estudio de varias variedades de “Vitis Vinifera”, las más populares, Cencibel, Merlot, Cabernet Sauvignon y Syrah. No nos fuimos muy lejos, cuatro vinos monovarietales Torre de Gazate sin crianza, de La Mancha, más concretamente de Tomelloso. Todos de 2008 excepto el Cabernet Sauvignon de 2006 (de éste ya esperábamos sorpresas).
En el orden de cata, después de muchas elucubraciones, se decidió finalmente comenzar con el Cencibel, el Merlot en segundo lugar, luego el Cabernet Sauvignon y por último el Syrah. Cuatro copas por persona con sus correspondientes vinos, evaluamos y comentamos los cuatro vinos conjuntamente, primero la fase visual de todos, se comentan, comparan, evalúan, se pasa a la siguiente fase y así sucesivamente.

En la fase visual nos impresionaron sobre todo el Cencibel y el Syrah, ambos cereza apicotado brillante con tonalidades azules muy bonitas, quizá el Syrah más vivo. El Merlot marcaba un cereza luminoso con tonos morados muy interesantes y el Cabernet Sauvignon mostraba los años pasados con un apagado cereza con faja granate. Muy a la par todos en fluidez y capa.

En nariz hubo disparidad, un Cencibel aromático y bien definido, el que más, con notas de ciruela, típico en esta variedad, caramelo de cereza y un suave toque floral, mostrando juventud. El Merlot, correcto aunque más moderado en intensidad, nos daba mucha fruta roja, fresas y frambuesas con recuerdos a chucherías dulzonas. El Syrah, también moderado y correcto, nos daba un aroma a caramelo de dulce de leche, golosidad y un anisado suave. El Cabernet Sauvignon, con olores muy intensos a caucho y humedad no dejó asomar nada más, era de esperar.
En boca gustó mucho el Merlot, el Syrah y el Cencibel. El Merlot por su elegancia, frescura y su verdor suave y distintivo. El Syrah por equilibrio, sabrosidad, frescura, sedosidad y su final ligeramente dulce y amargo. El Cencibel por su suavidad y frescura. La otra cara de la moneda fue el Cabernet Sauvignon 2006, defectuoso, con ese sabor a goma, aún así, se le sacó su típico pimiento verde, algo es algo.
Tras la cata, la comida. Una buena paella, bacalao con tomate, mollejas, pisto y un atascaburras para maridar con estos jóvenes vinos manchegos que aguantaron el tipo sin ningún problema. ¡El Osborne Cream del postre tampoco desmereció!

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